El apuesto joven al que besó en los labios con dulzura por primera vez, se tornó al instante en sapo venenoso y huyó despavorido hacia lo profundo del bosque. Años más tarde, le llegaron noticias de que una princesa, mediante otro beso igual de casto y puro, había deshecho la horrible transformación, arrebatándole así su primer y único amor, al que nunca había dejado de buscar.
Pese a las creencias populares, de que ya desde su nacimiento pesaba sobre ella la marca del diablo, fue en ese instante cuando se supo bruja, odiando profundamente el amor y a las princesas.
Qué duro es descubrir de uno mismo lo que no nos gusta...
ResponderEliminarMuy bueno!
hummm.. autobiografico? me encanta la temática. Princesas y sapos, cuando quieras, prenda!
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