Cuando Héctor o Aquiles no tienen la suerte de morir en Troya, se convierten en Ulises intentando regresar a Ítaca bajo un cielo sin dioses, y llamándose Nadie para sobrevivir en la cueva del cíclope.

Cualquiera puede ser Héctor o Aquiles. Lo difícil es ser Ulises con una Troya ardiendo en la memoria.

27 ene 2012

AMOR A DOMICILIO

No pudo evitar mirar de reojo la puerta del apartamento. Esperaba verla salir corriendo  para detenerle, para rogarle que no se fuese de su lado, confesarle la verdadera razón por la que lo había hecho venir aquella noche lluviosa y  lo que sentía por él. Le pediría que envejecieran juntos y que, desde ese momento, compartiesen cada detalle de sus vidas, comenzando por esa pizza.

La puerta no se abrió y, taciturno, se dirigió a su motocicleta alejándose en la noche. Era temprano y todavía quedaban muchos repartos para probar suerte, el amor de su vida podía estar esperándole tras cualquiera de aquellas puertas.



2 ene 2012

UNA TRISTE DESPEDIDA


      Al subir al caballo y sentir por última vez el contacto de su mano pensó que, tal vez, aquella despedida fuese para siempre. Sus ojos la vieron alejarse y no pudo reprimir las lágrimas. Siempre sospechó que llegaría el día de decir adiós a su madre, pero nunca pensó que fuese tan pronto. La vio alejarse despacio, con una sonrisa en sus labios, ajena al dolor de la despedida, y más guiado por el semental blanco que montaba que por su propia mano, emprendió la marcha.

            Se sintió perdido mientras el rostro de aquella primera mujer de su vida no cesaba de pasar ante sus ojos. Cerró los ojos fuertemente y deseó bajar de aquel caballo, abandonar a cuantos desconocidos compañeros de viaje le rodeaban y volver a ser un niño en brazos de mamá.

            Súbitamente, el grupo al completo detuvo la marcha, y mientras miraba atónito como el resto de jinetes desmontaba, su sueño se hizo realidad. Mamá lo ayudó a desmontar y le prometió un algodón de azúcar para olvidar el mal trago.