Cuando Héctor o Aquiles no tienen la suerte de morir en Troya, se convierten en Ulises intentando regresar a Ítaca bajo un cielo sin dioses, y llamándose Nadie para sobrevivir en la cueva del cíclope.

Cualquiera puede ser Héctor o Aquiles. Lo difícil es ser Ulises con una Troya ardiendo en la memoria.

12 dic 2011

EL OTRO LADO


El último recuerdo que tengo es de mí mismo, sobre la mesa de operaciones,  contando hasta diez por orden del anestesista. Después de eso un interminable vacío y, de repente, una luz muy brillante al fondo que me invitaba incontrolablemente a seguirla. Sabía que aquello podía ocurrir, era una posibilidad y había pensado mucho en ello. Tenía preparado un plan. Todavía no había llegado mi hora.

Me giré dando la espalda a la atractiva luz, dirigiendo mi conciencia en sentido opuesto, con la firme intención de dejarla atrás lo mas aprisa posible. Me sumergí en la más absoluta oscuridad en lo que me pareció un trayecto eterno cuando, al fin, esperanzado escuché una voz amable que decía “Tranquilo, ya estás entre nosotros”. Profundamente aliviado fui recuperando la consciencia hasta que pude ver al propietario de la voz, de piel rojiza, retorcidos cuernos y barba de chivo mientras me sonreía mostrando sus dientes amarillentos en señal de bienvenida.



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