Sir Isaac Newton era sin duda un hombre de costumbres. Cada mañana, tras el habitual desayuno, salía a caminar por el mismo recorrido, haciendo el mismo alto en idéntico lugar, un fértil manzano cuya sombra le servía de cobijo para recostarse a meditar.
Aquel día, sin motivo aparente, decidió hacer la acostumbrada parada en un frondoso roble, unos pasos más alejado de su camino. Nunca fue consciente de la gravedad del asunto.
1er Premio en el VIII Certamen Internacional de literatura hiperbreve Pompas de papel.
¡Felicidades!
ResponderEliminarMuchas gracias! :)
ResponderEliminarLlego hasta aquí gracias a El periódico de Yecla. Ignoro como se maneja used en las distancias largas, pero da igual, porque en las cortas es usted el mejor.
ResponderEliminarPues muchísimas gracias, es todo un halago. En las distancias largas tengo un par de proyectos en danza que espero que lleguen a buen puerto. Es un placer ver que hay gente que sin conocerte personalmente te lee. Un saludo y muchas gracias por su visita y por sus palabras.
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