UNA VIDA DE PELÍCULA
Un tal ciudadano Kane siguió el camino de baldosas amarillas, en busca de las luces de la ciudad que se dibujaban a lo lejos. En su odisea personal anduvo bailando con lobos, cantando bajo la lluvia, y doce hombres sin piedad le enseñaron que la vida es bella, que a un ladrón de bicicletas no lo mueve necesariamente la perversidad y que, en estos tiempos modernos, matar a un ruiseñor, persiguiendo la quimera del oro, únicamente se paga con cadena perpetua.
Un bonito amanecer, al volver la vista atrás, se supo con la muerte en los talones y, lejos de pensar en su perdición, se alegró profundamente, pese a no haber alcanzado su destino, de no haber cogido aquel tranvía llamado deseo y de haber seguido esos senderos de gloria hasta alcanzar el merecido crepúsculo de los dioses, donde uno ya no se preocupa por lo que el viento se llevó, y únicamente se escucha el silencio de los corderos.
THE END