Ataviado
con su inmaculada bata blanca se dispuso a realizar la ronda habitual,
observando una a una y concienzudamente las diferentes esferas contenedoras
donde habitaban los especímenes objeto del estudio. Tras un detallado análisis,
la decepción volvió a reflejarse en sus ojos mientras se sentaba para tomar las
últimas anotaciones.
“Continuación
del Proyecto Prometeo: Únicamente tres poblaciones de las cien de las que
constaba el proyecto han llegado a este punto. Puedo concluir que el
experimento ha fracasado tanto a nivel colectivo como individual.
A
nivel colectivo, independientemente de la distribución de individuos y
recursos, en el cien por cien de los casos surgen factores que tienden a romper
el equilibrio. En más del noventa por ciento de los mismos, dichos factores son
directamente generados y/o potenciados por los propios individuos. Paso a
exponer los últimos casos a estudio:
·
Contenedor T-96: Con la riqueza
distribuida de manera uniforme y proporcionada, surge un subgrupo de individuos
que desarrollan un comportamiento atípico y no programado que mediante la
violencia, la extorsión y la mentira consiguen la concentración de los recursos
y utilizar así su posición privilegiada para someter a la mayoría resignada. La
envidia, el resentimiento y el odio son los sentimientos dominantes que
terminan por desencadenar la aniquilación total de la especie.
·
Contenedor T-23: Tras un largo periodo
de pugnas y tensiones, los individuos, pese a ser seres idénticos tan solo
diferenciados por un apéndice que atiende a factores reproductivos, entran en
severo conflicto acabando los denominados XX con la población XY. Tras varios
intentos fallidos de reproducción artificial a partir de ADN, la extinción de
la especie es absoluta.
·
Contenedor T-11: Aunque parecía el caso
más prometedor y pese a haber alcanzado, tras diversos y en ocasiones bruscos
ajustes, un cierto equilibrio poblacional, llegado ese punto los individuos
pierden conciencia del entorno en que desarrollan su actividad, desentendiéndose
del mismo y desencadenando así una serie de cambios que terminan por hacer
insostenible su propia existencia.
Individualmente,
aunque se han conseguido aislar mutaciones que rozaban la perfección (apenas un
0.1 por ciento), en la mayoría de los casos no han sido capaces de influir de
manera determinante en el devenir de su especie. Es destacable el hecho de que
en más del noventa y cinco por ciento de los casos, los individuos perecen
cuando empiezan a alcanzar el nivel óptimo de formación e inteligencia
emocional.
Por
tanto, pongo fin al proyecto PROMETEO, concluyendo inviable la creación de poblaciones
estables basadas en Seres Humanos 1.0.”