Junto a la silla con una pata resquebrajada, descansaba una manoseada nota:
“Sr. Juez, si está usted leyendo estas palabras, sepa que esto ha sido, sin lugar a dudas, un accidente. Desde que puedo recordar, subo cada noche a esa silla, paso la cuerda por mi cuello, maldigo mi cobardía y me voy a la cama envuelto en llanto.”
Relato finalista del I Concurso Internacional de microrrelatos ACEN y publicado en el recopilatorio “Bocados Sabrosos”.